lunes, noviembre 21, 2016

Cuatro poemas de Nicolás Guglielmetti


Orden y progreso

Con lo que el viejo dejaba en una lata
de leche Nido   cuando venía del sur
llegué a unos Fulvence blancos de tapones fijos
que usé hasta en la escuela.

Los abuelos suelen recomendar
a sus nietos el uso exclusivo
en los días de partido
una vez ablandado el cuero.

Cada dos semanas
les pasaba pomada cobra negra
con cepillo como Karate Kid:
"Demasiado brillo es ser fifí".

En su época se usaban los tapones de madera,
daban vuelta en el medio de la cancha
una bolsa que contenía todos los botines de la institución
y te ponías lo que encontrabas o te jodías.

Te levantabas antes de caer del cagazo a rasparte.
No existía ni ají spray ni canilleras y el entrenamiento
constaba en subir y bajar las escaleras de la tribuna
que llevaba el nombre del socio fundador "Ignacio Nicolás".




1994 Foxforo Stadium

Apagué la luz y el único rastro de vida paranormal
que se dibujaba en el póster del placard
era un rombo verde fosforescente
como el que usaban en los chalecos
los del operativo "sol sin droga"
en el logo de la empresa Lotto
Indumentti e Calzatore Sportivi.

El mundial no es un potrero,
ahí te equivocás y armás las valijas.




Epílogo

El abuelo tiene una trombosis como la de Cerati,
le dicen que se le puede disparar en cualquier momento
pero igual firma su cargo. Odia al hospital
que le chupó al hermano y a la madre.

Dice que ni en pedo se queda un fin de semana
en observación porque hay partido.
No se le disparó jamás. Boca salió 0 a 0.




Iogar bonito

Oportunidades así
no se dan todos los días.

Parque Patricios.
Pernambuco.
Zanguango.

¿Vos viste lo gordo que está Ronaldo?

Hasta ahora de dos   dos.
El último que apague la luz.





Nicolás Guglielmetti
Bella Vista
Ediciones Vox, 2015.

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