miércoles, junio 07, 2017

Dos poemas de Gary Snyder


Construcción

Comenzamos nuestra casa a mediados de la Revolución Cultural,
la guerra de Vietnam, Camboya, en los oídos,
     gas lacrimógeno en Berkeley,
muchachos con petos de mirada asustada, pelo largo enmarañado,
[escapando de la policía
Desbastamos árboles, perforamos rocas, cavamos pozos negros,
[nos dimos saunas juntos
Terminada esa casa, continuamos,
construimos una escuela, con cien carretillas,
     organizamos seminarios sobre paleoindios de California durante
[las comidas.
Bronceamos el carácter "Mu" al estilo de la dinastía Chou
     en los soportes herrados del techo,
enterramos una vajra de cinco puntas en las escuelas
     a la vez que rezábamos y ofrendábamos tabaco.
Un incendio destruyó esos edificios, el seguro reconstruyó
     una mala copia.

Diez años más tarde nos reunimos en la margen de un prado.
La revolución cultural terminó, el pelo se lleva corto,
     la industria tiene las riendas en los bosques de la gente,
hay madres solteras que vuelven a la universidad para hacerse abogadas.
Soplando la caracola, agitando las anillas del cayado
     comenzamos las obras de una sala.
Cuarenta personas, mujeres carpinteras, trabajo infantil, martillando
[clavos,
atornillar la ondulina de acero y pulir las vigas
     con un cepillo,
la obra está terminada en tres semanas.
La llenamos de amigos y de flores y la abrimos.

Hoy, en el año del golfo Pérsico,
cuando las Mentiras y Crímenes del Gobierno se exhiben como Virtudes,
     este baile con la Materia
continúa: nuestras construcciones son sólidas, para vivir, para educar
[para educarse,
para sentarse, para conocer de veras el sonido de una campana.
Esto es historia. Esto está fuera de la historia.
Las construcciones se levantan en el momento,
     continuamente mojadas por el lago
          que lo renueva todo
fulgurantes y desnudas.

La luna recorre
sus veintiocho noches.
Pasan años húmedos y años secos;
herramientas afiladas, buen diseño.





Después de Bamiyán

Marzo 2001

El peregrino budista chino Hsüan Tsang describió a los brillantes Budas gigantes, tallados y pintados, de pie en sus nichos de piedra, en el extremo del valle de Bamiyán, cuando lo atravesó a pie, de camino a India en el siglo VII de nuestra era. La pasada semana fueron volados por los talibanes. No solo por los talibanes, sino por los puntos de vista autoritarios que recorren el planeta y niegan a la naturaleza y a la mujer y se remontan más allá de Abraham. Denis Dutton me envió este poema:

                    Ni siquiera
                    bajo fuego de mortero
                    se echan atrás.
                    Los Budas de Bamiyán
                    toman refugio en el polvo.

Que nuestras mentes se mantengan claras y tranquilas en el momento presente y honremos el polvo.



*


Abril 2001

De un hombre que escribe sobre Budismo

          Querido Gary:
     Bien, sí, pero el Dharma que se manifiesta está
     inmerso en el samsara y decaerá.
     —R.
—Contesté,
                    Ah, sí, la impermanencia. Pero eso no es nunca una razón para perder de vista nuestra compasión y atención, o despreocuparnos del sufrimiento de los demás porque sean seres meramente impermanentes. Como dice el haiku de Issa

Tsuyu no yo wa       tsuyu no yo nagara       sarinagara

                    "Este mundo de gotas de rocío
                    es solo un mundo de gotas de rocío
                    y sin embargo—"

     Este "y sin embargo" es nuestra práctica siempre. Y tal vez sea la raíz del Dharma.



*


Una persona que debería pensárselo más escribió: "Muchos occidentales sentimentales y crédulos, creo, se horrorizaron por la destrucción de las estatuas de los Budas afganos porque creen que la así llamada religión oriental es más compasiva y menos dogmática... Bien, ¿no hay nada sagrado? Solo el respeto por la vida humana y la cultura, que no necesitan permiso divino ni ningún sacerdocio para inculcarlas. La veneración extravagante de lugares y textos sagrados es un obstáculo capital para esta sencilla comprensión".

—Este es otro caso de "culpen a la víctima", contesté.
"Aquí no se cuestiona al Budismo. Las estatuas de Bamiyán son parte de la vida y cultura humanas, son obras de arte, destruidas por los idólatras del libro. ¿Hay algo "ingenuo" en respetar el arte y la cultura religiosa del pasado? Contando con la dulzura del corazón de (la mayoría de) los Budistas, usted se siente seguro vapuleando las estatuas de Bamiyán como si los talibanes no hubiesen hecho ya un contundente trabajo. Dudo que tenga usted el valor de pedir lanzar un pequeño misil contra la Kaaba. Hay personas que querrían eliminarle y usted lo sabe".



*


Septiembre 2001

                            Los hombres y mujeres
                     que murieron en el World Trade Center
                                 junto con
                     los Budas de Bamiyán
                                 Toman refugio en el polvo.





Gary Snyder
La mente salvaje (Nueva antología)
Traducción: Nacho Fernández Rocafort, Miguel Ángel Bernat,
José Luis Regojo y John Good.
Árdora, 2016. 

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